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América Latina: nuevos lenguajes que
gobiernos no entienden

04/09/2013

El ImparcialLa agitación social que sacude a varios países latinoamericanos, incluido Colombia, deja en claro que la ciudadanía está cada vez más dispuesta a influir en la toma de decisiones, afirmó hoy el diario colombiano El Tiempo.Aseguró el periódico que las calles de Brasil, Argentina, Colombia, México y otros países 'están hablando con lenguajes y códigos nuevos que los gobernantes no terminan de comprender, lo que deriva en manejos a veces erráticos de situaciones de crisis'.'Por lo pronto, deben tener claro que la ciudadanía está cada vez más dispuesta a participar e influir en la toma decisiones, propósito para el cual los canales tradicionales de participación, incluidos los partidos, parecen quedarse cortos', apuntó.Según el diario, lo que está pasando en América Latina, en algunos de cuyos países se presentan movilizaciones sociales que 'han puesto en aprietos' a gobiernos empeñados en sacar adelante reformas estructurales, 'no es aislado'.Mencionó el caso de México, donde según el periódico, la agitación social llegó en momentos en que el presidente Enrique Peña Nieto promueve varias reformas, entre ellas la educativa y energética, concertadas con los principales partidos.Aseguró que en lo financiero, Peña Nieto 'pretende que se otorgue crédito más barato para que se creen más empresas', mientras que con la reforma fiscal 'busca recursos para invertir en infraestructura, educación y un sistema de seguro social universal'.En el caso de Colombia, el país ha sido escenario en las últimas dos semanas de protestas campesinas que exigen una salida a la crisis agraria, la cual atribuyen al costo de los insumos, la caída en los precios y la apertura de mercados.Las movilizaciones, que han contado con apoyo de los estudiantes, los cuales demandan una reforma que blinde la educación pública superior, han desembocado en brotes de violencia que han dejado cinco muertos, más de 200 heridos y 512 detenidos.El presidente colombiano Juan Manuel Santos mantiene el diálogo con los sectores en paro, pero persiste en la militarización de Bogotá y otras zonas del país sudamericano, para prevenir alteraciones del orden público interno.