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El léxico de las drogas en España

24/09/2015
José Antonio Míllán

 

 

 

 

El mundo de la adquisición, consumo y disfrute de sustancias estupefacientes o embriagantes ilegales se desenvuelve en una auténtica orgía léxica. Ya sea porque su consumo comenzó en ambientes marginales o carcelarios, porque su comercio está fuera de la ley o porque los grupos que las usan usan claves para comunicarse sin ser entendidos, el caso es que hay una asombrosa proliferación de palabras que aluden a objetos, procedimientos y sensaciones relacionados con las drogas. Unas son palabras de jerga, otras son préstamos de otras lenguas, algunas son metáforas, otras juegos de palabras. Muchas han estado en uso en un periodo concreto, para nunca más volver… o reaparecer al cabo de unos años. A ello hay que sumar nombres científicos, marcas comerciales, denominaciones oficiales…

Félix Rodríquez (lingüista especializado en préstamos, y que ha compilado obras sobre otros campos minados del léxico, como un Diccionario gay-lésbico), ha reunido en esta obra más de tres mil términos. Las fuentes son variadas: prensa, obras literarias, cómics y películas que reflejan el ambiente del consumo, recopilaciones de argot, etnografías de grupos de usuarios, y por último, entrevistas personales del autor con clientes de narcosalas en grandes ciudades españolas.

La obra está precedida por un jugoso ensayo inicial que hace hincapié en la variedad de este vocabulario (que aparte de críptico muchas veces quiere ser ingenioso), y recuerda las muchas aportaciones del argot de la droga al lenguaje coloquial general (colgarse, mono, subidón…). El diccionario presenta entradas acompañadas por citas extensas, que proporcionan datos enciclopédicos y muchas veces permiten fechar usos; también tiene sinónimos y etimologías, no siempre fáciles (costo por ‘hachís’ vendría del nombre de una planta tropical, presente en latín y griego, pero ¿hay contaminación con coste?). Las últimas páginas organizan temáticamente el extenso vocabulario (por preparación, personas, efectos, lugares…).

Como ejemplo, tomaremos sólo uno de los muchos hilos que se entrecruzan en la obra, el relacionado con el hachís, que puede provenir del contrabando de un camello (si venía oculto en su cuerpo será culero); el consumidor pillará un talego, luego con el papel o sábana liará el canuto (o chiri), que se compartirá circulando entre los asistentes (si alguno lo retiene olerá a uña), hasta que no quede más que la colilla o chicharra; el consumo producirá un colocón, o tal vez un ceguerón, y con mala suerte una pálida.

Este es el primer diccionario existente sobre materia lingüísticamente tan rica, y su consulta desvela áreas enteras del español coloquial y recuerda la creatividad de unos hablantes que, por necesidad o juego, han disfrazado lo que decían.